¡EXCLUSIVA! En 1996, militares planearon bombardear al presidente Leonel Fernández dentro del Palacio Nacional

 


Escribe Freddy Medrano

EDITOR

SANTO DOMINGO, República Dominicana (EXCLUSIVO).- Rafael Leónidas Trujillo fue el último presidente ajusticiado previo al inicio de la todavía no consolidada democracia dominicana, y en el primer periodo del exmandatario Leonel Antonio Fernández Reyna, el país estuvo a punto de asistir a un magnicidio.

El origen de lo que pudo ser una tragedia nacional de imprevisibles consecuencias estuvo en la desaparición del poeta y profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Narciso González (Narcizaso), ocurrida a finales de los últimos 10 años de mandato del fenecido expresidente Joaquín Amparo Balaguer Ricardo.

La desaparición de Narcizaso conmovió la conciencia nacional y el pedido de la clase política y sectores de la intelectualidad dominicana, para que se haga justicia, no se hizo esperar.

Concluido el último mandato de Balaguer Ricardo, el entonces joven profesor universitario, Fernández Reyna asume en 1996 las riendas del poder en medio de las exigentes demandas para que se esclareciera la desaparición del autor de la columna humorística “El pueblo se queja en versos”.

Durante el proceso investigativo sobre la desaparición de Narcizaso, las autoridades de la Procuraduría General de la República interrogaron al entonces secretario de las Fuerzas Armadas, general Juan Bautista Rojas Tabar, quien falleció el pasado 18 de este mes de junio,  que gozaba de un firme liderazgo en los institutos castrenses.

Rojas Tabar sorprendió, en 1996, al país al lanzar una un ultimátum público, exigiéndole al presidente Leonel Fernández elegir entre él y otros militares a los que no identificó.

Esta acción, considerada como un acto de indisciplina y presión directa al jefe del Estado, representó un desafío a la autoridad presidencial.

Rojas Tabar vinculó su reclamo con las versiones que lo señalaban indirectamente en la desaparición del profesor Narcisazo González, insistiendo en su inocencia y acusando a otros oficiales de estar detrás de una supuesta campaña política en su contra.

Ante la crisis institucional creada, Fernández Reyna, para mantener su liderazgo como presidente de la República, destituyó a Rojas Tabar en 1998 como secretario de las Fuerzas Armadas.

Cómo se estaba cocinando el posible magnicidio

La destitución del general Rojas Tabar cayó como una gota de cianuro en los estómagos de la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas.

Una fuente militar confió, a los periodistas de El Orientador, que 24 horas después de la decisión tomada por el presidente Fernández Reyna, se celebraron diversas reuniones de la cúpula castrense del país.

En repulsa a la destitución de Rojas Tabar, se diseñaron diversas estrategias y planes, y una de ellas era bombardear el Palacio Nacional.

Un alto oficial de la Fuerza Aérea Dominicana, que está retirado, era el que más insistía en el rechazo a la actuación del Presidente.

“General Rojas Tabar, estamos a su disposición, lo que usted diga”, habría dicho el alto oficial, según reveló la fuente que conversó con El Orientador.

En medio de los deseos de los militares de alto rango, en general Luis Luna Paulino llamó a Rojas Tabar para que ordenara a los oficiales que lo respaldaban a desistir de la idea de bombardear la mansión presidencial de la calle doctor Báez, en el sector de Gazcue.

Fue entonces, aseguró la fuente, que Rojas Tabar pidió a los militares que echaran hacia atrás las estrategias y planes que se habían diseñado a raíz de la decisión de Fernández Reyna.

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