Por Freddy Medrano
SANTO
DOMINGO, República Dominicana. – Un libro sobre las
muertes de Maximiliano Gómez (El Moreno), exlíder del Movimiento Popular
Dominicano (MPD), y de Miriam Pinedo, es promovido en las redes sociales, donde
se asegura que contiene informaciones nunca divulgadas.
“Morir en Bruselas”
es el título de la obra que se refiere a la muerte de Gómez y Pinedo.
Luego de
haber estado preso en Santo Domingo y haberse producido el secuestro por un
“comando revolucionario” del agregado aéreo de la embajada de Estados Unidos en
el país, teniente coronel Donald Joseph Crowley, Gómez fue excarcelado como
parte de negociaciones que entonces se hicieron mediante las cuales él y otros
20 “presos políticos” fueron excarcelados, a cambio de la liberación del
oficial estadounidense.
Aunque
estaba casado con Carmen Mazara, con quien procreó dos hijos: Guido Orlando y
Fabricio Ernesto, Maximiliano fue primero a México, luego a Cuba y posteriormente a Bélgica, donde fijó
residencia hasta el día de su muerte el 23 de mayo del 1971, o sea, casi un año
después de que fuera expulsado de la República Dominicana.
Lo que
dice un trabajo del periodista Saúl Pimentel
Mucho se ha
escrito sobre Gómez y su asesinato. Se
han ofrecido muchas versiones y tejido distintas especulaciones sobre quién lo
mandó a matar (unos culpan a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los
Estados Unidos, otros al régimen de Balaguer, etc). Pero lo que ha sido poco debatido es lo
relativo a las circunstancias en que se produjo el crimen.
Sobre el
particular, la versión más creíble y completa la ofrece nada más y nada menos
que un hijo de Miriam Pinedo, que vivía junto a ésta y El Moreno en
Bruselas. Su nombre: Reynaldo Pazos Pinedo, quien a la sazón tenía
9 años y medio de edad, y fue el primero en percatarse sobre lo que había
ocurrido a su madre y al dirigente del MPD.
Miriam había
sido la esposa del también dirigente del Movimiento Popular Dominicano, Otto
Morales, quien fue muerto a tiros por agentes de la Policía en un incidente
ocurrido en la calle José Contreras, cerca de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo. Al igual que Gómez se fue a
residir a Bruselas. Aparentemente en
esta ciudad convivía maritalmente con este último junto a sus hijos, uno de los
cuales era Reynaldo.
En junio del
2014, en ocasión del 37 aniversario del asesinato de Maximiliano, Reynaldo Pazos
escribió un interesante artículo en el que narra con pelos y señales lo
acontecido el 23 de mayo del 1971.
Extractos de este son los siguientes:
“Muchos
pensaron y todavía les cuesta creer que quien suscribe pueda recordar muchas
situaciones de aquel entonces. No solo recuerdo el orfanato donde estuve por un
tiempo sino también la escuela donde estudiaba, a pocas cuadras de donde residía.
Conservo
aún, después de tanto tiempo, la pequeña colección de monedas que me regalaron,
los afiches del Ché Guevara en las paredes del departamento, la inolvidable
melodía que le encantaba a mi madre “Guantanamera”, etc.
Recuerdo
también que a mi regreso de Bélgica más de doscientas fotografías que traía
conmigo en el avión no me fueron devueltas por la persona que me pidió se las
mostrara. Recuerdo muchas cosas: la habitación (ubicada en un entrepiso) donde
se encontraron los cuerpos de El Moreno y Miriam en mayo del 71, no era tan
pequeña; tampoco era herméticamente cerrada, no estaba mal ventilada y, aunque
poca, se facilitaba la corriente de aire.
Acompañé en
la ida y regreso a mi madre, al El Moreno y al pequeño grupo de dirigentes del
MPD esa fatídica noche de diversión. Dada mi condición de menor de edad (nueve
años y medio) no era posible ingresar con ellos a un club nocturno, por lo que
quedé supervisado por uno de los dirigentes en un pequeño parque de diversiones
próximo a donde se encontraban.
Hasta ahora
no entiendo cómo a El Moreno y a mi madre no les pasó por la mente que el
propósito de que yo asistiera al “paseo” y que mis hermanos (muy chicos)
quedaran solos en el departamento, era consumar lo que ya estaba planeado.
Al regreso
del “paseo” los dirigentes se despidieron y se fueron, mientras yo subía los
escasos escalones que separaban la habitación del entrepiso y nuestro
departamento.
Con una
sonrisa El Moreno se despidió esa madrugada por última vez de mí y yo de él.
Observé pocas horas después que mi madre no estaba conmigo; bajé hasta el
descanso de la escalera donde estaba la puerta de la habitación donde El Moreno
dormiría y, al mirar por el agujero de la puerta, que no estaba obstruido, noté
que corría abundante espuma blanca por su boca.
No había
olor a gas en el interior del edificio, tampoco en el interior de la
habitación. La abundante espuma que salía por la boca no fue precisamente por
un ataque epiléptico, por lo que de forma apresurada y con angustia empecé a
pedir auxilio, cuidando de que mis hermanos no se dieran cuenta.
Subí al
siguiente piso donde residía una señora que era nuestra vecina a solicitar
ayuda. Luego de avisarle, bajé corriendo a la esquina a llamar a la ambulancia
y a la Policía. Cuando regresé a los siete u ocho minutos, ya estaban cuatro
dirigentes del MPD tratando de derribar la puerta donde estaban Miriam y El
Moreno, quienes en ese momento eran dados por muertos.
La oportuna
llegada de la ambulancia y la rápida asistencia médica dada a mi madre logró
que sobreviviera. El Moreno no lo hizo a pesar de la llegada de una segunda
ambulancia.
Miriam,
luego de pasar un extenso período en coma en el hospital donde por última vez
la ví, fué mas tarde secuestrada, violada, torturada y descuartizada en complicidad
con los mismos que planificaron el asesinato de El Moreno”.
Identificación
del cadáver
Tenía 28 años de edad, murió asfixiado al producirse un escape de gas en el apartamento donde residía en Bruselas, ubicado en la rue Van AA número 94, y que también sufrió síntomas de intoxicación la señora Miriam Pinedo viuda Morales, quien residía en el mismo apartamento. Los dos cuerpos fueron encontrados desnudos, agrega.
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