¡El hombre del beeper!


 

Por Juanelo Medrano Méndez

Corría el año 2004 y me encontraba de llamada en el Hospital Militar Docente Universitario "Dr. Ramón de Lara" en mi condición de Mayor Médico Cirujano General de la antigua Fuerza Aérea Dominicana (FAD).




Usualmente nos tocaba una semana completa disponible para resolver cualquier tipo de emergencia en nuestra área que necesitara de nuestros servicios.


Siendo las 3:00 a. m., timbran simultáneamente mi celular y el teléfono residencial; cuando eso ocurre sencillamente tienes que salir sin perder tiempo para evitar complicaciones.

¿Quién era el paciente?

Un médico asimilado militar, que ejercía en una especialidad clínica.


Buen amigo y excelente profesional.


Llego y saludo al paciente,  amigo, colega y compañero de trabajo que me enseña una herida de aproximadamente un centímetro que se la produjo un delincuente con la finalidad de atracarlo.


Mi diagnóstico:


Herida punzo-cortante en fosa iliaca derecha.


Hago una evaluación completa, incluyendo las analíticas correspondientes y estudios radiográficos.


Al final, y para bien del colega y del suscrito, el paciente no ameritaba cirugía (Laparotomía Exploratoria), más bien observación.


Historia del trauma:


El doctor, estaba separado de su esposa y fue invitado por unas amigas a compartir en una discoteca.


Estaba que bailaba en un "solo pie", hasta con un pito para alegrar el momento.

 

La felicidad duró muy poco, pues cuando salieron de la discoteca para esperar el taxi que habían llamado, se apareció un delincuente y sin "mediar palabras" le tiró al galeno con un instrumento punzo-cortante con la finalidad de inhabilitarlo y lograr su objetivo.


El amigo cae al suelo y las damas evitaron que el desaprensivo siguiera con su plan. El delincuente sale huyendo y abandona el área.


¡¡Sorpresa!!


El colega andaba debidamente comunicado con un beeper de un tamaño considerable, de un caucho resistente, y para su "buena suerte" el elemento punzo-cortante hizo diana en el dispositivo, lo atravesó,  y solo la punta hizo contacto con su abdomen.


Por la topografía de la herida, de no haber andado con el beeper sostenido por la correa de su pantalón, no estoy seguro si hubiera salvado su vida.


A partir de ese momento, cada vez que lo veía en el Hospital Militar Docente Universitario "Dr. Ramón de Lara" le voceaba:


¡¡El hombre del beeper!!


*El autor es médico y reside en los Estados Unidos.

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