Sebastián Del Pilar Sánchez
El 1ro. de octubre de 1971 corrió como pólvora en Santo
Domingo la noticia de la extraña desaparición en Caracas de la profesora
petromacorisana Thelma Frías Montalvo de Rodríguez, de 56 años, conocida en el
medio político por su laborantismo controversial cuando fue senadora de la
capital por el partido blanco, en 1963, durante el breve mandato constitucional
del profesor Juan Bosch.
De acuerdo a las agencias internacionales de prensa, la
señora Frías, cónsul dominicana en la capital venezolana, habría sido
secuestrada en la mañana del día anterior al salir de su apartamento en el
barrio caraqueño El Paraíso, al centro de la ciudad, por la denominada “Unidad
Técnica de Combate Rudas Mezones”, un comando guerrillero de Las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional (FALN) que en 1963 raptó con éxito al futbolista
argentino Alfredo Di Stefano, integrante del conjunto español "Real Madrid",
considerado el mejor jugador de su tiempo.
La primera persona en notar la ausencia forzada de la
cónsul dominicana, fue una empleada del área de limpieza de la oficina
consular, de nombre Argentina Ramos, quien observó en el piso -mientras barría-
una hoja de papel que había sido filtrada por debajo de la puerta, con un
escrito que afirmaba que dicho comando había puesto en marcha una operación de
secuestro contra la dama y anunciaba que en las próximas horas se comunicarían
con su familia para exponer sus reclamos.
La conserje le pasó el papel a Ángel Castellanos, un
estudiante dominicano de 24 años que laboraba en el consulado y pertenecía al
círculo íntimo de la señora Frías, por estar hospedado desde hacía cuatro meses
en su apartamento, y éste procedió enseguida a telefonear a su sobrino, el
vicecónsul Fausto Fabián Frías, quien llevaba dos días en Santo Domingo, para
que diera a conocer la alarmante novedad en la capital dominicana primero que
en Venezuela.
El funcionario consular se comunicó en la Cancillería
con el vicepresidente de la República, licenciado Carlos Rafael Goico Morales,
quien ocupaba transitoriamente las funciones de ministro, en ausencia de su
titular, el doctor Jaime Manuel Fernández González, y éste conversó
telefónicamente con el presidente Joaquín Balaguer sobre el hecho
desafortunado, de manera que poco después, el embajador dominicano en
Venezuela, periodista Rafael Bonilla Aybar, recibía instrucciones claras y
precisas para que colaborara con las autoridades de esa nación en el esclarecimiento
de ese penoso episodio.
La primera declaración pública de la familia de la
señora Frías la hizo su hermano Dhimas, durante una visita a la sede de la
Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, donde manifestó que no tenían
dinero para pagar el millón de dólares que exigía el grupo subversivo para
liberarla; por lo cual pidió al gobierno interceder ante las autoridades
venezolanas para que salvaran la vida de la cónsul aparentemente raptada.
Esa misma noche, Dhimas Frías viajó a Venezuela, para
participar en la mañana del día siguiente en una rueda de prensa convocada por
el embajador Rafael Bonilla Aybar, donde pudo percibir una variación en la
posición inicial de cautela que había mostrado el diplomático al hablar de
“misteriosa desaparición”; pues dijo, en esta ocasión, que si se comprobaba que
había secuestro había que relacionarlo con el surgimiento en Santo Domingo de
un movimiento político empeñado en desprestigiar la obra de gobierno del
presidente Balaguer, que estaría dirigido
por partidarios del profesor Juan Bosch.
Este planteamiento político alarmó a Dimas Frías y su
familia, al ver reanimada la antigua animosidad de Bonilla Aybar y Thelma
Frías, matizada por la pasión y el odio desmesurado que primó en la época en
que el famoso periodista, representando a las fuerzas conservadoras del país,
era el principal crítico del gobierno de Bosch y la legisladora perredeísta era
su principal colaboradora que encabezó como vicepresidenta del Senado el
operativo de las cancelaciones impopulares, conocido por el nombre de “La
aplanadora”, para sacar de las oficinas
públicas a notables servidores del régimen trujillista y poner en su lugar a
los militantes y simpatizantes de su partido.
En sus peroratas diarias por la emisora "La Voz del
Trópico" y en su periódico “Prensa Libre”, Bonilla Aybar fijó su puntería
verbal en el jefe de Estado y la senadora del Distrito Nacional, que a su
juicio era el lado débil y problemático del régimen perredeísta, ya que, además
de dirigir la aplanadora, defendía a capa y espada el proyecto de reforma
constitucional para establecer la sociedad democrática de 1963 que, en uno de
sus artículos, originalmente contemplaba excluir el concordado firmado el 16 de
junio de 1954 por el gobierno de Trujillo y la iglesia católica.
La senadora Thelma Frías realizó entonces la antipática
tarea de confrontar a la alta jerarquía eclesiástica desde el Senado, siendo
tildada de atea por el presidente del Partido Unión Cívica Nacional, doctor
Viriato Alberto Fiallo Rodríguez, quien le imputó haber ordenado a sus
seguidores que descolgaran un cuadro de la Virgen de la Altagracia que estaba
colocado en una de las paredes del salón donde se celebró la primera convención
nacional de su partido, los días 19, 20 y 21 de octubre de 1962, en el ensanche
Ozama, del antiguo Distrito Nacional.
A la controversial legisladora también se le atacó por
su adhesión vehemente a la filosofía hostosiana, pues promovía en el Congreso
una reforma educativa para establecer la escuela laica que limitaría el
predominio de los colegios católicos en la administración de la enseñanza
básica. Esa iniciativa originó que con el apoyo de la iglesia y el visto bueno
de la embajada estadounidense, la Unión Cívica Nacional organizara las
contundentes manifestaciones de reafirmación cristiana que contribuyeron al
golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.
Declaración de Bonilla suscita polémica
El desconcertante ataque del embajador Bonilla Aybar a
parciales de Bosch que supuestamente dirigían una campaña de descrédito contra
el gobierno de Balaguer, relacionada con el caso de Thelma Frías, provocó un
editorial del periódico Última Hora, el 2 de octubre de 1971, lamentando que la
desaparición de la cónsul dominicana estuviese envuelta en la nebulosa de la
confusión luego de sus desafortunadas declaraciones, que estarían generando
mucho escepticismo y desconfianza en el interior del país y en el extranjero.
El profesor Juan Bosch, en su condición de líder y
presidente del partido blanco, rebatió con energía a Bonilla Aybar y calificó
su ofensiva de “calumnia asquerosa”. Lo hizo con las siguientes palabras: “Como
no puedo rebajarme a pedirle una rectificación a un sujeto de la calaña de
Bonillita, se la pido al gobernante que le ha dado categoría de embajador o al
que representa a ese gobernante en la Secretaría de Relaciones Exteriores” (que
era ese momento el vicepresidente Goico Morales, en ausencia del canciller
Jaime Manuel Fernández).
La posición del líder político fue expuesta en una
alocución dirigida al país por el programa radial “Tribuna Democrática”, órgano
oficial de su partido, donde dijo que si él fuera presidente de la República o
secretario de Relaciones Exteriores y un subalterno suyo hubiera dicho del
doctor Balaguer lo que Bonilla Aybar decía de él, en ese mismo momento hubiese
desautorizado esa infamia antes de que Balaguer se lo pidiera.
Bosch recordó que “según han dicho los familiares de la
señora Cónsul del gobierno dominicano en Venezuela y las autoridades de aquel
país y los propios secuestradores, en las notas escritas que les han enviado a
los familiares de la cónsul, ésta fue secuestrada por un comando de esa
organización, es decir, de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional o FALN”.
También censuró a Balaguer por haber nombrado como
embajador en Venezuela al periodista Bonilla Aybar, señalando que un presidente
que respeta a su país no nombra nunca como embajador ante un gobierno amigo a
personas moralmente descalificadas, y
recordaba que un embajador no sólo representaba al pueblo dominicano en
Caracas, sino que también era el representante personal del presidente de la
República Dominicana ante el presidente de Venezuela.
Bosch agregó que estaba enterado de buena fuente que la
declaración hecha en su contra por Bonilla Aybar, acusándolo de dirigir una
campaña para desprestigiar al doctor Balaguer, respondía a “órdenes del gobierno
dominicano”. “Debo decir, además, que ayer, antes de que se conociera aquí lo
que dijo el tal Bonillita, en un barrio de la Capital donde viven muchos
militares estaba diciéndose que yo fui quien ordenó el secuestro de la señora
cónsul”, indicó.
La verdad era que el profesor Bosch tenía mucho tiempo
desvinculado de la señora Thelma Frías Montalvo de Rodríguez, quien colaboró
con el triunfo de Balaguer sobre Bosch, en las elecciones del primero de junio
de 1966, y aunque no militaba en el Partido Reformista, era una figura
sobresaliente en el grupo de experredeístas que se integró al nuevo gobierno,
obteniendo para ella una designación consular en Aruba (Antillas Neerlandesas),
para luego lograr que el presidente Balaguer la nombrara cónsul en Curazao y
finalmente en Caracas.
Historia
de Thelma Frías
Para que se conozca la historia de Thelma Frías,
diremos que esta mujer nació en Santo Domingo el 22 de febrero de 1915, en el
seno del matrimonio formado por los señores Dhimas Frías y Consuelo Montalvo de Frías, y que siendo muy joven se dedicó al
magisterio, laborando por muchos años en una escuela de San Pedro de Macorís,
estando casada con el señor Ramón E. Rodríguez.
En el año 1941 incursionó en la vida política, en el
apogeo de la dictadura de Trujillo, destacándose por ser la primera mujer en
integrarse a un movimiento clandestino antitrujillista conocido con el nombre
del educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos; y en 1948 pasó a formar
parte de una agrupación que tomó el nombre de “Alfa y Omega”, que abogaba por
la revolución intelectual mediante la educación de los núcleos juveniles en los
centros urbanos.
La señora Frías,10 años tarde, sobresaldría en la
actividad clandestina, al dar albergue a varios de los jóvenes seguidores de
los héroes y mártires del 14 de Junio; siendo por esa razón apresada y
torturada, y luego -el 8 de agosto de 1959- obligada a firmar un manifiesto
anticomunista de adhesión a la causa trujillista, que fue denominado “Diez
razones de mi anticomunismo”, dirigido al presidente de la Cámara de Diputados
de entonces, que era el licenciado José Ramón Rodríguez, donde se confesaba
enemiga del socialismo soviético, duartiana, nacionalista y seguidora de
Trujillo, alegando que su gobierno fomentaba “el trabajo, la industria, la
cultura y la paz; y que patrocinaba “la previsión social”, al tiempo que resguardaba la salud pública, elevaba el
nivel de vida de los obreros y reivindicaba su condición ciudadana.
La historia de Thelma Frías dentro del antiguo partido
blanco es harto conocida, pues estuvo presente en importantes eventos de esa
organización política desde el 5 de julio de 1961, cuando se produjo la llegada
al país desde el exilio de don Ángel Miolán y los demás integrantes de la
denominada "Comisión de la Libertad".
Ella asistió a la instalación de Miolán y sus
compañeros Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo en el segundo piso de la casa No.
13 de la calle El Conde, en la zona colonial de la Capital, y sobresalió como
la primera secretaria de asuntos femeninos del partido blanco, como su primera
senadora de la capital y la primera subdirectora de la Escuela de Formación
Política “Simón Bolívar”, un centro de adiestramiento ideológico sumamente
dinámico, dirigido de manera personal
por el profesor Bosch, que sirvió para instruir a los primeros cuadros
políticos que tuvo la organización en materia de teoría política sobre la
izquierda democrática y en la ideología del nacionalismo revolucionario, que
fue el fundamento doctrinario del programa de gobierno perredeísta en 1963.
La señora Frías abandonó su partido en 1964, estando en
el exilio, tras sostener marcadas divergencias ideológicas con Bosch. Se unió a
un grupo de perredeístas disidentes, orientado por Miolán, que se dedicó a
combatir las ideas boschistas. Su alejamiento de la actividad partidaria fue
tan hondo, que en julio de 1967 declaró a la prensa que aunque se sentía aún
perredeísta, no volvería a su partido mientras estuviese dirigido por Bosch, o
por José Francisco Peña Gómez, quien lo encabezaba en
ese momento, en razón de que Bosch se encontraba en el exilio dorado de
Benidorm, España, escribiendo la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y
otros ensayos de literatura e historia, y ella entendía que ambos habían
desviado al perredeísmo de su línea democrática original.
Investigación de la desaparición de Thelma Frías
Al transcurrir setenta y dos horas de la desaparición
de la cónsul de la República Dominicana en Caracas, la Policía continuaba
despistada en cuanto a su localización, aunque la seguían buscando de manera
afanosa, disponiendo un claro control en los distintos puntos de acceso a la
ciudad de Caracas, y en toda Venezuela se ponía en marcha un gran movimiento
investigativo, que envolvía a más de siete mil policías que laboraban “ojo
avizor” buscando dar con su paradero, siguiendo las instrucciones del presidente
Rafael Caldera, quien dispuso que todo el gobierno colaborara con los servicios
de investigación para desvelar este misterioso hecho.
De su lado, el presidente Balaguer, en Santo Domingo, se
mantenía debidamente informado de todo cuanto ocurría en Venezuela; y el
encargado interino de la Cancillería, el
vicepresidente Goico Morales, mantenía contacto permanente con el
embajador Bonilla Aybar y con las autoridades venezolanas, siguiendo cada
detalle de la investigación policial, aunque no se percibía ningún rayo de luz
que desvaneciese las brumas sobre la ubicación de Thelma Frías, quien había
desaparecido el miércoles 30 de septiembre en el barrio de Bella Vista de
Caracas, cuando se dirigía hacia el consulado, en el centro de la ciudad.
La familia de la exsenadora y cónsul dominicana en
Caracas estaba muy preocupada porque las cosas seguían iguales, y a las 72
horas del acontecimiento no se sabía nada de su destino. Su sobrino Fremy
Frías, ofreció unas declaraciones en su casa de Santo Domingo, para descartar
que los presuntos secuestradores fuesen dominicanos, ya que estuvieran
enterados que su familia no tenía dinero para pagar el millón de dólares que
exigían de rescate.
El joven Frías pidió al gobierno de Venezuela suspender
la persecución contra los secuestradores, por temor a que si se producía un
encuentro a tiros, su pariente resultase lesionada; y responsabilizó a las
autoridades caraqueñas de cualquier cosa mala que le sucediera a su tía si
continuaban la intensa actividad desplegada en su búsqueda. Agregó, que su
familia prefería negociar con sus captores y producir un rescate sin
inconvenientes.
El día 3 de septiembre se filtró una información en los
medios de prensa de Venezuela que indicaba que la Policía tenía varias personas
presas por el caso Thelma Frías, y que
en las próximas horas darían un informe contundente de la evolución de las
indagatorias; mencionándose entre los posibles interrogados a un antiguo
oficial de la Fuerza Aérea Dominicana, llamado John Ávila, quien se había constituido
en una especie de intermediario con los presuntos captores, según dijo para
producir una liberación negociada de la señora cónsul.
Un poco más tarde trascendió que la Policía de
Caracas tenía una pista segura del lugar
del secuestro, y al respecto se dijo que se había producido un intercambio de
informaciones entre las autoridades venezolanas y las dominicanas, lo cual
adquirió el sello de la veracidad al anunciarse horas después que la oficina de
prensa del Palacio Nacional estaba convocando a una rueda de prensa, en la que
se anunciaría, como en efecto ocurrió, la destitución de la señora Thelma Frías
de Rodríguez y el nombramiento del doctor Manuel Álvarez Valverde, como el
nuevo cónsul general en Caracas, mediante el decreto No. 3133, expedido por el
Poder Ejecutivo, que le adicionaba funciones de ministro consejero de la
embajada dominicana en Venezuela.
Ese decreto destituyó también al joven Fausto Frías,
sobrino de la desaparecida, del puesto de vicecónsul.
El día 4 de octubre el mundo entero se enteraría que en
horas de la madrugada había sido localizada la cónsul que se creía secuestrada,
en un barrio situado a unos 10 kilómetros de Caracas. La Policía había entrado
de manera forzada a un apartamento propiedad de la pintora venezolana Ángela
Zago de Bustillo, quien dos días antes se había marchado a México, y tras
romper la puerta de una de las habitaciones, se encontró con la sorpresiva
visión de que allí estaba profundamente dormida, sobre una cama portátil, la
señora Frías de Rodríguez, vistiendo una
ropa distinta a la que llevaba cuando salió de su hogar en la mañana del
miércoles 30 de septiembre.
El anuncio sobre su localización, sana y salva, en una
barrio al sur de Caracas, se hizo público inmediatamente el gobierno Venezuela
supo que su homólogo dominicano la había destituido de su cargo consular, y en
ese momento la palabra "secuestro" fue borrada del caso,
sustituyéndose por la frase: "estuvo en reclusión voluntaria".
Luego de ser interrogada por los organismos de
inteligencia en Caracas, la excónsul fue extrañada de Venezuela la tarde del 4
de octubre, viajando rumbo a Santo Domingo en compañía de sobrino y del
estudiante dominicano Ángel Castellanos. A su llegada al Aeropuerto
Internacional de las Américas, afirmó que había sido víctima de una
conspiración internacional de las extremas izquierda y derecha, y acusó al
embajador Bonilla Aybar de dañar su imagen; insistiendo en que fue secuestrada
por la FALN, y que la propietaria del apartamento donde fue hallada formaba
parte de la conspiración.
En la ocasión se defendió con el mismo ímpetu y la
fogosidad que manifestaba en apoyo de sus ideas políticas, reiterando que
Bonilla Aybar le había tendido una trampa. Luego entró en una nueva etapa de
reclusión voluntaria y se apartó para siempre de la acción política.
*El autor es politólogo y reside en el Distrito Nacional.
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