REINO UNIDO (Servicios Especiales de El
Orientador).- Más de 20 años después de la muerte de
Diana de Gales el médico MoSef Dahman, quien la atendió en la sala de
emergencias del hospital Pitié-Salpêtrière de París, rompió el silencio para
defender el trabajo hecho por el equipo de especialistas la noche del 31 de
agosto de 1997.
Dahman se encontraba de guardia la noche del accidente.
Estaba descansando en la sala de servicio del hospital cuando fue notificado
del ingreso a emergencias de “una mujer joven”.
“No me dijeron que era Lady Di, pero sí que había habido
un accidente grave que involucraba a una mujer joven. La organización del
hospital Pitié-Salpêtrière era muy jerárquica. Entonces, cuando recibías una
llamada de un colega de alto nivel, eso significaba que el caso era
particularmente serio”, recordó en una entrevista exclusiva hecha por el diario
británico Daily Mail.
Al llegar a la sala de urgencias Dahman se encontró con
su médica interna en un rincón de la habitación, abrumada por la gravedad del
momento. Fue entonces cuando el médico, de 33 años en esa fecha, fue informado
de que la figura inconsciente en la camilla era nada menos que Diana, princesa
de Gales.
“Para cualquier médico, cualquier cirujano, es de gran
importancia enfrentarse a una mujer tan joven que se encuentra en esta
condición. Pero, por supuesto, más aún si es una princesa”, acotó.
Al llegar al hospital, a Diana le habían hecho una radiografía.
Las imágenes mostraron que su pecho estaba sufriendo una “hemorragia interna
muy grave”. Por ello, se sometió a un drenaje torácico, una extracción del
exceso de líquido de la cavidad torácica.
Le operaron en la sala de emergencias
Para las 2:15 de la mañana la situación de la princesa de
Gales se había agravado. Sufrió un segundo paro cardíaco, necesitaba una
intervención más extrema. Fue sometida a un masaje cardíaco externo y, aun
acostada la camilla de la sala de emergencia, decidieron realizarle el
procedimiento quirúrgico.
El momento fue “verdaderamente excepcional” y una
indicación de cuán grave se había vuelto su situación. “Hice este procedimiento
para permitirle respirar”, explicó Dahman. “Su corazón no podía funcionar
correctamente porque le faltaba sangre”, añadió.
Como resultado de la intervención, Dahman descubrió que
Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, la membrana que
protege el corazón. El pronóstico empeoró. Eran las 2:30 am. Se necesitaba un
milagro. A la sala de emergencia fue convocado el profesor Alain Pavie, quizás
el mejor cirujano cardíaco de Francia. Lo habían sacado de su cama. Todas las
esperanzas fueron puestas en él.
Pavie decidió que Diana debía ser trasladada a uno de los
quirófanos del hospital. Sospechaba que aún no se había encontrado la fuente
principal de su hemorragia interna. Fue necesaria una exploración quirúrgica
adicional en la que descubrió la herida más grave: un desgarro en la vena
pulmonar superior izquierda, en el punto de contacto con el corazón. Pavie
suturó la lesión.
Pero el corazón de Diana se había detenido antes de la
exploración quirúrgica y no se reiniciaba. “Probamos descargas eléctricas,
varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco”,
contó Dahman. Se le administró adrenalina. Pero no pudimos hacer que su corazón
volviera a latir”. El equipo continuó estos esfuerzos de reanimación durante
una hora completa y, en última instancia, infructuosa.
El equipo médico dice haber "luchado duro" para
reanimar a la princesa Diana
“Luchamos duro, lo intentamos mucho, realmente muchísimo.
Francamente, cuando estás trabajando en esas condiciones, no notas el paso del
tiempo”, dijo Dahman. “Lo único importante es que hagamos todo lo posible por
esta joven”, añadió.
“Habíamos traído gente a Pitié-Salpêtrière que estaba en
muy mal estado, más grave que Diana cuando llegó. Es uno de los mejores centros
de Francia para este tipo de emergencias traumáticas. Y salvamos a algunas de
esas personas, lo que nos hacía especialmente felices y orgullosos. Pero eso no
sucedió en este caso. No pudimos salvarla. Y eso nos afectó mucho”, recordó.
A las 4 de la mañana, el equipo, dirigido por Pavie,
aceptó que no se podía hacer más para revivir a su paciente. Fue una “decisión
colegiada”, recuerda Dahman. Cesaron todos los esfuerzos de reanimación. La
extraordinaria vida de Diana, princesa de Gales, había llegado a su fin.
El día después de la muerte
Al salir del quirófano el médico estaba “exhausto” y
abatido. “Siempre es una gran decepción ver a alguien joven dejarnos”, dijo el
especialista quien aun se siente afectado emocionalmente por lo vivido.
“También sufres un gran cansancio físico por la energía que has gastado
tratando de salvarla. Y así estábamos particularmente destrozados y cansados.
Al final, estábamos reventados”, recordó.
Llamó a su jefe de departamento para contarle lo que
había sucedido y para prepararlo para el caos que probablemente sucedería como
resultado, y luego regresó a la habitación de guardia.
Estaba demasiado cansado y deprimido para prestar
atención a las autoridades francesas, incluido el presidente Jacques Chirac,
que comenzaron a llegar al hospital temprano esa mañana, para presentar sus
respetos a Diana.
Los zapatos manchados de sangre
El médico narró también que en los días siguientes a la
muerte de la ex esposa del príncipe Carlos fue testigo de una secuela
desagradable y vergonzosa. Algunos medios de comunicación intentaron
infiltrarse en las salas y pasillos del hospital para acercarse a quienes
habían tratado a Diana.
“Pitié-Salpêtrière es un hospital público. La princesa
fue atendida en un edificio donde había otros pacientes del hospital. Vimos
gente disfrazándose de personal médico, empujando carritos, tratando de obtener
información. Había mucha presión sobre nuestra seguridad”, dijo.
Un incidente, del que nunca había hablado antes, quedó
grabado en su mente. “Cuando estaba tratando a Diana, usaba mis zuecos blancos.
Y obviamente en esa situación no le prestas atención a nada más que a tratar de
salvar al paciente. Fue solo a la mañana siguiente cuando noté que mis zuecos
estaban manchados con su sangre”, recordó el doctor. “De todos modos, el
hospital es muy grande y estaba caminando entre edificios, cuando un francés se
me acercó y me dijo: ‘Ah, tus zuecos, me interesan. Quiero comprártelos. Hay
sangre azul en ellos”. Horrorizado, Dahman se negó y lo antes posible limpió
los zuecos que había usado esa noche.
Aun hay dudas sobre la muerte de Diana
“Cuando es una princesa y sigues su funeral junto con
miles de millones de otras personas, y has tratado de salvarla, eso obviamente
te marca. Te marca toda tu vida. Porque es tan terrible que esta hermosa
persona haya tenido un final tan trágico”, añadió.
Su propia participación en la tragedia lo martiriza. “Varía
según lo que está sucediendo en mi vida”, dice. “Cuando llegamos a agosto, lo
pienso. Fue el año en que nació mi hijo y, por supuesto, cada aniversario de
eso lo pienso”.
“No vuelvo a eso todo el tiempo porque han pasado muchos
años. Pero cada vez que ha salido un nuevo libro sobre la muerte de Diana en
Francia, me lo han enviado. Así que, lamentablemente, tengo una colección de
esos libros”, contó el doctor.
0 Comentarios