José Bello*
Los altos niveles de inflación en todos los comodoties a
nivel internacional como el gas y petróleo y sus derivados, lo mismo que los
metales como el acero, cobre y aluminio; acelerada esas alzas por la paralización
de la industria a causas del covid-19 y sus diferentes variantes. Lo cual se ha
traducido en aumentos exagerados en el costo de los fletes de mercancías en los
grandes barcos transportadores, lo que
ha retrasado el arribo de los buques de
carga en San Diego, California, Nueva York, Miami, China, Rusia,
Australia y Holanda, entre otros países más.
Este choque externo prolongado por más de un año, fruto de la crisis sanitaria del covid-19
paralizó la producción a nivel mundial, y en especial la industria turística
con los vuelos y los grandes cruceros. Y
esta crisis profunda, general y prolongada ha generado una ola migratoria
mundial de África hacia Europa y de países asiáticos como Afganistán, Siria, Paquistán
y de Libia.
Y en nuestro caso la migración haitiana hacia toda América
Latina y EE. UU. y Canadá junto a los centroamericanos, ha creado un panorama
desgarrador que retrata la naturaleza antihumana y expoliadora del capitalismo bestial,
salvaje y excluyente de las clases trabajadoras y los intelectuales.
Pero el panorama haitiano es el más sombrío y trágico,
sin ejército y un presidente asesinado y decenas de pandillas violentas y
narcotraficantes fuertemente armadas han impuesto el terror, la muerte y la
inseguridad en Haití. Y lo más preocupante es las repercusiones negativas para
nuestro país con una frontera porosa y mal regulada.
*El autor es ingeniero electromecánico y reside en
la ciudad de Barahona.
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