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Gustavo Adolfo Bécquer

 



Cuando la muerte vidríe

de mis ojos el cristal,

mis párpados aún abiertos,

¿Quién los cerrará?

 (…)

 ¿Quién, en fin, al otro día,

 cuando el sol vuelva a brillar,

 de que pasé por el mundo,

 ¿Quién se acordará?

 Rima LXI

 

Persilia Zijlstra Pérez*

 

Un 22 de diciembre del año 1870, parte de este mundo el inmortal poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Dando fe de su genialidad, tras su último respiro, hubo un eclipse total.


Si buscamos en las entrañas de la poesía del último siglo, puede percibirse claramente cómo ha germinado la influencia de este astro español de las letras. Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nació en la calle Conde de Barajas, en Sevilla, el 17 de febrero del año 1836. Huérfano a temprana edad, sufrió el mismo destino que el resto de sus hermanos, ser acogido por familiares y amigos de la familia Domínguez Bastida.


Permaneció al lado de su hermano Valeriano, con quien cultivó una relación sumamente estrecha que los llevaría a compartir proyectos de orden literario, artístico, y la crianza de sus hijos. Tanto él como su hermano, adoptaron el apellido “Bécquer” por parte de los ancestros de su madre.


Este prolífico poeta cosechó fama, irónicamente, después de su muerte. De hecho, algunos de sus escritos vaticinaban este suceso; “Pienso que seré más valioso muerto que hoy en vida”. Ante tantas vicisitudes y la pérdida de su obra inédita “El libro de los gorriones”, y aproximándose su inminente final, sus amigos más cercanos, asumieron la publicación póstuma de su obra “Rimas y Leyendas”.


Como todo poeta romántico, su vida amorosa no fue un lecho de rosas, propiamente dicho. Sufrió el desprecio y el desamor por parte de la mujer que inspiró la mayoría de las geniales rimas que inmortalizan a este escritor sevillano. Mucho se ha especulado sobre su muerte, pues se dice que sus amigos, en aras de preservar la imagen del héroe romántico, certificaron que había muerto a causa de la tuberculosis, mientras se esparcieron rumores de que su muerte se debió a razones no muy decorosas. (Bécquer desconocido, History Channel).


Gustavo Adolfo Bécquer nos legó un sinnúmero de versos, que representan la cálida caricia que solo puede dar el goce estético de la elevación de los sentimientos. Nos mostró, desde ilusiones y amores fallidos, la inmortalidad que, a través del tiempo, solo posee la poesía.


“No digáis que, agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira;

podrá no haber poetas; pero siempre

habrá poesía”.


Rima IV


El 22 de diciembre de 1870 parte de este mundo un prolífico escritor, periodista, enamorado de la vida, temeroso del olvido, amante de lo imposible, admirador de la belleza: Gustavo Adolfo Bécquer, cuyas últimas palabras fueron: “Todo mortal”.

 

*La autora es Maestra y reside en Santo Domingo.


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