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Pedro Peix:de vuelta a pesar de los prejuicios

  



Manuel Matos Moquete*

No puedo esconder el extraordinario regocijo que me produjo la noticia que la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2022 estará dedicada a dos de mis escritores preferidos, a quienes durante años se les desconocieron sus excelentes aportes a las letras dominicanas por prejuicios, ignorancia u olvido: Pedro Peix(1952 -2015) y Carmen Natalia Bonilla (1917- 1976).Lo único que me desagrada de esa decisión del Ministerio de Cultura es que se repartiera entre esos dos ilustres escritores un homenaje que debió rendirse a cada uno por separado. Así, por separado, los trataré yo en sendas notas.


A Peix, de reciente presencia entre nosotros y de gran impacto en los medios literarios de los últimos lustros, se le ha querido sepultar no por desconocimiento de sus obras y méritos literarios, sino por los prejuicios hacia su persona. Acusado de excéntrico, elitista y hasta de esquizofrénico, fue colocado en el index de la censura y la blasfemia y sacado del juego de la opinión pública.


No lo buscaban , visitaban o solicitaban, salvo algunos amigos que nunca le retiraron el aprecio. Yo fui testigo de ese drama que lo acompañó hasta su muerte, cuando cada día nos encontrábamos y nos saludábamos en la Dr. Delgado con César Nicolás Penson, Gazcue, entorno del vecindario que compartimos durante años.


Así, cuando en 2012 en la reunión del jurado del Premio Caonabo de Oro junto con Andrés L.Mateo y Diógenes Céspedes lo propusimos para ese galardón, los demás miembros del jurado recibieron la propuesta con sorpresa y escepticismo. Delegamos en Andrés L. Mateo, amigo entrañable de Peix, la argumentación principal en pro del gran narrador, anunciarle la noticia de haber sido seleccionado para el Premio Caonabo de Oro 2012 en el renglón Literatura, y la lectura de la semblanza del escritor, la noche de la entrega del galardón.


Entonces, en mi argumento defendí y hoy defiendo, la condición excepcional de Peix en la narrativa dominicana: Él es, después de Juan Bosch y Virgilio Díaz Grullón, el mejor cuentista dominicano del siglo XX.


Espero que esta vez, en la Feria del libro 2022, la personalidad de Peix  y su  méritos literarios  sean reconocidos y  puestos de relieve sin prejuicios, con espíritu de justicia y sin olvidar la situación que mejor distingue a ese narrador y ensayista:  búsqueda creativa y experimental en sus textos, en sus cuentos, como  Las locas de la Plaza de los Almendros ,y actitud  intelectual de rebeldía ante el statu quo. 




Así se mostró en el  discurso de recepción del Premio Caonabo de Oro el 7 de noviembre de 2012 en el que arremetió contra  la “critica chatarra” , la“ literatura correcta” y la “democracia de vodevil” ,reivindicando para sí y para la juventud la “literatura del desacato”, como leemos en los párrafos que a continuación reproducimos:


“Buenas noches, señoras y señores.


La literatura dominicana goza de buena salud, a pesar de los críticos, y no gracias a ellos. Es la “crítica chatarra” configurada por gacetilleros fugaces, literatos errantes y vagarosos digitales: Pero también está la “Crítica bulldozer”, formada por analfabetos diplomados, diletantes sabatinos y dominicales, y junto a ellos el leprosario académico integrado por teóricos, investigadores y analistas que llevan cincuenta años aleteando con una “crítica vampira” que contamina y envilece todo esfuerzo creado, solazándose en desprestigiar gratuitamente a los autores nacionales.


De ahí que por cada escritor dominicano aparezcan cien críticos que quisieran ser poetas, novelistas, cuentistas y ensayistas, y que sólo por alcanzar notoriedad y ganar lectores, se ufanan en demoler obras –y mientras más innovadoras sean- más se ensañan en ajustar cuentas con los que no simpatizan o no buscan su tutela literaria.


Entran y salen difamando, intrigando, mezquinos por doquier, siempre con su labor de zapa van y vienen por las salas de redacción de los periódicos, por las mesas de diagramación de revistas y suplementos, y caen como buitres puntuales en cafeterías y tertulias con cada nuevo premio, con cada nuevo éxito de nuestros poetas y escritores.


Y aun así, la literatura dominicana, tal como dijimos, goza de buena salud. Pero es la salud del anciano. Frágil y precaria, llena de prescripciones, regulada con altas dosis de prudencia y mesura, que no tolera excesos ni disipaciones, y menos desplantes y licencia para estar fuera de la moral social y las buenas costumbres.


Esa sería la “literatura correcta”, de la decencia y el buen gusto, la que siempre va por el carril derecho, la que no viola la luz roja ni pisa el césped del canon literario, la que respeta la tradición, el orden establecido, la norma y las reglas de la gramática, los protocolos del saber, la solemnidad de la cátedra doctoral y de la cultura impartida en paraninfos.


Contra ellos, contra el paternalismo y la jerarquía excluyente, yo proclamo la “literatura del desacato”, la desobediencia al sanedrín del intelecto y a su irrebatible aura deliberante, y a sus prerrogativas de marginar y descalificar las transgresiones de la creatividad más vertiginosa y arrolladora.


Y precisamente, no es la juventud la que encarna la “inversión de valores”, sino que son los adultos los que la transmiten con la práctica de su mal vivir y, al mismo tiempo, de su fingir para mejor progresar. Sí, son ustedes, los dirigentes, los que prostituyen los sistemas éticos del pensamiento y del convivir institucional. Sí, ustedes, los honorables, los civilistas, los que pasan por virtuosos, los moralistas de panel, los paradigmas fraudulentos, los magnates y jerarcas, los vándalos con inmunidad, los partidos-guaridas y sus líderes esquizoides y mitómanos, Sí, ustedes, la “sociedad civil”, que capitalizan su prestigio, prohíjan a la banca y a los emprendedores del lucro máximo.


Estamos hablando de esta “democracia de vodevil”, de testaferros y sicarios. Esta democracia de cupones y subsidios, de legisladores calibre 45, y de sepultureros con uniformes y rangos floreados, de áulicos de arrabal, truculentos o convictos. Estamos hablando de esta democracia de jueces de manga ancha, de altas cortes y bajos escrúpulos, de todo un clero de faldas largas y otro de padrotes furtivos, socios del bien y del mal, que siempre recriminan al poder, pero se sirven de él con los mesías electorales, sentándose como prebendados golosos en los banquetes del “mundanal ruido”.



*Manuel Matos Moquete es un destacado escritor nacido en Tamayo, Barahona, República Dominicana. Fue Premio Nacional de Literatura 2019. Reside en Santo Domingo.




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