Aida Mojica abordó un carro público, donde viajaban tres hombres, en la avenida George Washington, y la encontraron en unos matorrales bañada de sangre en sus partes íntimas tras ser abusada sexualmente y amenazada de muerte con un filoso cuchillo a mediados de noviembre de 1995.
Reportaje Especial
FREDDY MEDRANO
Editor en jefe
SANTO DOMINGO, República Dominicana (Exclusiva).-Aida Mojica era una apacible
adolescente, 15 años apenas, residente en el municipio de Baní, quien no había
nunca visitado a Santo Domingo, la capital de República Dominicana, donde el
destino le hizo una mala jugada: luego de ser violada sexualmente de manera
brutal, y producto del shock de la malvada acción, quedó completamente loca, y
llevada al hospital siquiátrico Padre Billini, donde no pudieron recuperarla.
Corría el mes de
noviembre de 1995 y Aida decide visitar en Santo Domingo a su hermana
Jacqueline Mojica, la cual trabajaba como doméstica en una de las
aristocráticas residencias del sector de Gascue.
“Luego de que mi
hermana Jacqueline terminó con sus labores de limpieza invitó a Aida a la
avenida George Washington para abordar un autobús con ruta hacia Baní”, dice
Maura Mojica, quien le llevaba un año a la apacible Aida.
Camino hacia la
emblemática avenida capitalina, a Jacqueline se le ocurre la idea de ir a una
tienda cercana a comprar unas toallas sanitarias y pasta dental, quedando Aida
solo en la parada a la espera de su hermana mayor.
A medida que las horas
transcurrían Jacqueline no aparecía para juntarse junto a Aida para viajar de
retoro a Baní.
La joven de 15 años, al
ver que su hermana no había regresado, desesperada decide abordar un carro de
blanco en el que iban tres hombres incluyendo al conductor.
“Niña hermosa, hacia
donde te diriges”-dijo de manera serena el conductor del vehículo.
“Yo voy para Baní, y me
voy con ustedes porque mi hermana no ha regresado”-respondió Aida.
“Pues ven con nosotros
que estamos recogiendo unos pasajeritos para poder soportar el precio de la
gasolina”, explicaron.
Comienza el viacrucis
Ya dentro del
automóvil, Aida empieza a notar un comportamiento medio extraño de sus tres
compañeros de ruta.
El conductor aceleró la
marcha y desvió el automóvil hacia la derecha, dejando atrás la George
Washington. En medio de escena, el espanto cubrió a Aida desde los pies a la
cabeza.
“En el camino mi
hermana fue abusada y violada por los tres hombres de manera brutal, y la
amenazaban colocándole un cuchillo en la garganta”, cuenta Maura, en medio de
un mar de lágrimas.
“Nosotros no hemos
dejado de llorar desde entonces sobre lo que le pasó a mi hermana, una niña que
ni novio tenía. Nos duele mucho, estamos con el corazón arrugado por esa
tragedia”, dice a periodistas de El Orientador.
Tras el hecho, Aida
Mojica estuvo desparecida por cinco días, y a través de avisos de prensa, rede
sociales y demás, se logró encontrar a la joven violada.
“La dejaron vuelta un
desastre, ella no conocía a nadie y el impacto era tan grande que ella misma se
tenía miedo”, asegura Maura Mojica.
Aida tuvo que ser
llevaba al hospital siquiátrico Padre Billini, 28 kilómetros a las afueras de
Santo Domingo.
Los médicos del centro
especializado aplicaron un tratamiento con pocos resultados a favor de la joven
violada. En algunos momentos volvía a la lucidez, pero en pocos días regresaba
a la demencia absoluta.
No había más nada qué hacer
El trauma producto de
la violación sexual fue tan fuerte que los médicos deciden entregar a Aida a
sus familiares.
“Aida además de que es
mi hermana, era mi mejor amiga, nunca debió pasarle esa tragedia porque era una
niña pura”, asegura Maura.
Aida vive junto a su
madre en condiciones socioeconómicas muy precarias en la sección La vereda del
Limonal, de Bani.
En el paupérrimo hogar
de Aida se ingiere el trago de la pobreza de manera cotidiana.
“Ella a veces vocifera:
¡No me maten con ese cuchillo, no, no me maten! Mi hermana fue destruida,
acabaron con un ser inocente, nos duele, nos duele mucho”, asegura Maura.
Aida Mojica producto de
la violación sexual de que fue víctima está sumergida en la más oscura demencia
y sus verdugos tal vez sonríen a boca llena sin importar que en sus conciencias
llevan dentro un crimen contra una adolescente que apenas empezaba a vivir a plenitud.
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