Aunque no se tiene un reporte oficial de la Oficina Nacional de Meteorología, los residentes en el municipio de Duvergé estiman que las temperaturas se registraron por encima de los 33 grados.
Reportaje Especial
Redacción
Freddy Medrano
SANTO
DOMINGO, República Dominicana (EXCLUSIVA). - Las altas temperaturas
registradas en el sureño municipio de Duvergé provocaron que un hombre se
encerrara en el interior de una nevera para evitar ser afectado por el sofocante
calor que puso en alerta a los residentes de esa comunidad.
Miguel Pérez, mejor conocido por los lugareños como Miguel Del Fin, un
diestro plomero y un acto didacta técnico en mecánica general, despertó sudando
con el cuerpo empapado de agua como si se hubiese bañado en las cataratas del
Niágara, y al ver a la gente batiendo las manos contra sus cuerpos, preguntó “¿coño,
que está pasando aquí”.
-Miguel, mi pai, nos estamos quemando-respondió una mujer obesa que
estaba a su lado.
Del Fin acudió a su recurso más valioso como en otras ocasiones para resolver
problemas de inmediato: su memoria.
Mientras el experto en plomería reflexionaba para dar respuesta a las
alta temperaturas, un grupo de vecinos daba vuelta como un carrusel en busca de
evitar el calor.
-Coño, ya sé lo que voy hacer, no joda-explotó Del Fin.
-Pero, pues darnos la forma, Miguel no sea egoísta-vociferaban los
vecinos que estaban prácticamente desnudos.
-Búsquenmela, búsquenmela, ya sé lo que voy hacer-respondió.
Miguel Del Fin, que siempre portaba en sus manos una caja de
herramientas, buscó una nevera y la “acostó”, donde se introdujo a una
velocidad más rápida que la de un rayo, dejando una pequeña hendija abierta
para poder respirar.
-No me llamen, que no salga ahora-disparó.
La desesperación reinaba entre los residentes del municipio de Duvergé,
a 370 kilómetros al sur de Santo Domingo, la capital de la República
Dominicana.
Algunos lugareños fueron llevados al centro médicos por problemas de
presión arterial y otros por problemas de ansiedad.
Del Fin abandonó la nevera pocos después de que su cuerpo se refrescara
y luego pronunció una lacónica frase: Ya resolví.
Eso ocurrió en agosto de 1978.
Contribuyó a esta crónica, el cirujano Juanelo Medrano, vecino de Miguel
Del Fin.
0 Comentarios