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La visita de Hipólito Mejía a Danilo Medina: un tiro político contra Leonel Fernández

 


Escribe Felipe Castro*

No recuerdo cuando vi al licenciado Danilo Medina por vez primera. No lo recuerdo porque en aquellos tiempos los militantes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que no se creían semidioses, nos juntábamos con mucha frecuencia debajo de la mata de limoncillo, que creo todavía existe en el patio de la Casa Nacional de esa organización política. Razón que motiva a que los miembros de esos tiempos en su mayoría no registren el momento exacto en que se conocieron.

Lo que, si tengo presente en mi mente, es una ocasión en la que él llevó hasta su casa, en su vehículo Honda Accor, a un compañero miembro del Comité Político, del PLD, que vivía en el barrio Simón Bolívar.  

Recuerdo claramente, que ese dirigente, que se llamaba Juan de la Cruz Buret,  que también era diputado del Distrito Nacional, nos comentó sobre el talento y la honestidad de ese joven; no olvido, que nos contó, a Regina Esther Buret y a mí, que Danilo Medina había sido empleado de la Dirección General Aduanas, pero que había renunciado porque un jefe inmediato, le quería ordenar cometer actos de corrupción que él nunca cometería.

 Esa información me hizo tomarle admiración y respeto. Por coincidencia, poco tiempo después vi que Danilo Medina y un amigo a quien yo siempre le he tenido un cariño de hermano, llamado Luis Ynchausti,  se trataban como si fueran gemelos.

Recuerdo que al llegar el proceso electoral de 1994, siendo Danilo Medina, el jefe de campaña del partido, muchas veces se dirigía de manera personal a entregar la agenda de actividades de la semana, al candidato presidencial, Profesor Juan Bosch.

Me llamaban mucho la atención, dos aspectos de esa acción.  Uno era, que él  lo hiciera de manera personal,  muchas veces sin compañía y manejando una pequeña camioneta.  El otro aspecto, era que me entregaba el documento a mí, que era el simple secretario de la oficina presidencial  de Juan Bosch,  sin pedir entregarlo personalmente al candidato Presidencial o a su asistente, el doctor Diómedes Núñez Polanco, que era el asistente oficial del líder del partido.

Esos detalles fueron creando en mí, el criterio de que ese hombre,  a pesar de ser un destacado legislador,  coordinador de campaña y miembro del Comité Político de un partido en el que quien tenía la jerarquía de ser miembro del Comité Central, en esa época, muchas veces y a honrosas excepciones, actuaba de manera altanera ante los compañeros de menor jerarquía.

En los años 95 y 96, me tocó ser activista nacional del PLD, en el Comité Intermedio Coronel Rafael Fernández Domínguez, que era mi organismo de origen y donde me formé políticamente.  En esos tiempos, me tocó visitar muchas veces, la oficina desde donde Danilo Medina dirigió la campaña electoral  que llevó al partido al gobierno, y confirmé los  criterios que ya tenía sobre la forma  personal admirable de ese dirigente político.

Recuerdo que una noche de esos tiempos, al final de una reunión que casi siempre terminaba después de las doce, me tocó llevar a su casa al compañero y amigo William Justo, que era activista junto conmigo.  Coincidenciamente,  en el momento que llegamos a la casa, llegó Danilo Medina,  quien vivía justamente frente a donde residía William Justo.

Me llamó mucho la atención,  que un coordinador de una campaña electoral de un proceso en el que el trabajo era extremadamente fuerte, como fue la campaña  que llevó  al PLD al gobierno por vez primera, no entrara a descansar de inmediato a su casa, y permaneciera durante más de una hora conversando con nosotros asuntos políticos, en igualdad de condiciones.

A partir de ese momento, comenzó una comunicación  que me hacía ver a Danilo Medina,  como un amigo personal, al punto que a finales de 1997, me visitó el compañero Luis Ynchausti, acompañado de la compañera que en aquel momento era su esposa, para plantearme la necesidad de desarrollar un trabajo para la reelección de Leonel Fernández, en caso de que una eventual modificación de la Construcción, le permitiera presentarse como candidato.  Pero que si eso no se daba,  nuestro candidato fuera Danilo Medina.

Luis Ynchausti me planteaba, que en caso que yo estuviera  acuerdo,  hiciera el trabajo en un comité intermedio .  Le respondí que sentía mucha admiración por Leonel Fernández y por Danilo Medina, y que  aunque eso era prohibido en los  reglamentos del partido, yo lo haría de una forma en la que  no sería cabeza visible,  pero que tendría resultados positivos.

Sin presentarme como cabecilla, conociendo a los militantes de mi partido en lo político y en lo personal, programé un trabajo con resultados exitosos en los organismos que asumí,  que dicho sea de paso, fueron los únicos del  bloque que trabajé, donde ganó Danilo Medina como  precandidato presidencial.

Llegaron las elecciones del año 2000, y todos sabemos los resultados de ese proceso, y lo que generó a lo interno del PLD. La mayoría de los peledeístas entendieron que la forma de partido creado por Juan Bosch,  no estaba en condición de competir con los otros partidos políticos. Entonces surgió otro partido que tenía el mismo nombre y el mismo local, que  el propio Danilo Medina decía, era como cambiar la piel de una culebra. Ese cambio se produjo estatutariamente, con el Sexto Congreso del partido, y que absurdamente le pusieron el nombre de Juan Bosch. 

Ese nuevo partido, oficializado en el 2001, y volviendo al gobierno en el 2004, teniendo poco después el control absoluto del Congreso y dieciséis años corridos en la Presidencia de la República, tuvo también la debilidad de que muchos de sus dirigentes colocaran sus prejuicios personales por encima de los compromisos y trabajo de equipo que lo formaron históricamente.

En mi humilde opinión, las ambiciones y prejuicios personales de alguna gente, atraparon un ser humano de buena formación política y personal, como pienso,  de Danilo Medina,  llevándolo a ser parte de situaciones como la que concluyeron con la crisis que explotó en su partido, el seis de octubre del 2019, que provocó la aparición de otro  partido y la derrota electoral al año siguiente.

El extremo en acciones inexplicable, se presenta ahora con la visita que recibió Danilo Medina en estos días, de parte del  expresidente Hipólito Mejía.  No por la visita en sí, sino por la forma  de la publicación de esa visita por parte del equipo del visitado.  Todo el mundo entiende que se publicó con el interés de perjudicar a Leonel Fernández.

A largo plazo, que deberá ser siempre lo más importante en un estadista, y Danilo Medina lo es, el manejo de esa visita no le hará daño a Leonel Fernández, por el contrario, lo hará destacar aún más, como un líder diferente en su manera de gobernar, al equipo que está gobernando actualmente. Pero le hará mucho daño en todos los sentidos a Danilo Medina, porque lo presentará como un individuo rencoroso, que importantiza a sus verdaderos adversarios, situándolos por encima de quienes deberían ser sus aliados en términos históricos y políticos.

*Felipe Castro es un consagrado dirigente político que perteneció al Partido de la Liberación Dominicana,y que ahora milita en el partido Fuerza del Pueblo.

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