Cómo el médico Ernesto Guevara cautivó a Juan Bosch, en Costa Rica

 



Freddy Medrano

Editor en jefe

SANTO DOMINGO, República Dominicana (TRABAJO DE PROFUNDIDAD).- Todo sucedió cuando el escritor y político vivía en el exilio en Costa Rica, junto a su hijo León, en los primeros meses de 1954.

El hijo del autor del libro de cuento La Mañosa había establecido fuertes vínculos con argentinos antiperonistas que vivían en la nación centroamericana.

Uno de esos argentinos era el médico Ernesto Guevara de la Serna.

Bajo esas circunstancias, Guevara de la Serna visitaba con frecuencia la casa de Juan Bosch Gaviño.

“Fue uno de esos exiliados –el doctor Rojo, sino recuerdo mal– quien llegó un día acompañado de un joven silencioso, serio, que de vez en cuando sacaba del bolsillo de la camisa un inhalador y se lo aplicaba en la nariz mientras apretaba la diminuta vejiga del instrumento. Ese joven era el doctor Ernesto Guevara. Ya para entonces sus amigos le llamaban Che, apelativo nacional de los argentinos”, refiere Bosch Gaviño, en sus escritos “Mis recuerdos del Che Guevara”.

El inquieto joven argentino había llegado a Costa Rica como médico alergista, donde tenía planeado continuar hacia Guatemala durante su periplo por América Latina.

Bosch Gaviño detalla la condición de asmático, aunque sus rasgos físicos no delataban la enfermedad del hijo del doctor Ernesto Guevara Linch y Celia de la Serna, oriundos de la provincia de Rosario, en Argentina, donde naciera Peggy Alba Cabral viuda Peña Gómez.

“Ernesto Che Guevara era asmático –y de ahí el uso del inhalador–, pero su cuerpo estaba constituido como si no lo fuera. No tenía el pecho hundido ni era bajito ni delgado. No llegaba a ser alto; no era grueso; no era musculoso. Sin embargo, producía sensaciones de firmeza física. Tenía unos rasgos que lo hacían inconfundible: la frente, los arcos superficiales, las cejas, los ojos, la nariz y la boca. Esos rasgos hacían evocar inmediatamente a Beethoven, y recuerdo haberle dicho a mi hijo León estas palabras: “Ese muchacho tiene rostro beethoviano”, señala el fenecido expresidente dominicano.

Bosch Gaviño sigue diciendo:” Su mirada era a la vez fija e intensa, pero con más fijeza que intensidad, y muy clara, casi iluminada. Oía cuidadosamente y solo de tarde en tarde hacía alguna pregunta, pero siempre era una pregunta que iba directamente al fondo del problema que estaba siendo tratado”.

👇Se hizo marxista en La Sierra Maestra

👉Ernesto Guevara de la Serna, médico, periodista y luego guerrillero en La Sierra Maestra bajo las orientaciones de Fidel Castro Ruz.

El expresidente y laureado escritor indica que cuando Guevara de la Serna llegó a Costa Rica no daba nociones de que era un marxista, ni mucho menos comunista.

“Me pareció que estaba temperamentalmente dotado para la investigación científica; era controlado, aunque sin duda nada frío, y llegaba rápidamente al fondo de los problemas que le llamaban la atención”, dice Bosch Gaviño.

De Costa Rica, Guevara de la Serna partió hacia Guatemala, y Bosch Gaviño hizo lo mismo para Bolivia.

Al llegar a Guatemala, el médico argentino encontró una situación política difícil, ya se producían situaciones promovidas por los Estados Unidos para derrocar al presidente Jacobo Arbenz, a quien acusaban de comunista.

Al consumarse el derrocamiento de Arbenz, Bosch Gaviño sostiene que ese acontecimiento provocó impacto fuerte para Guevara de la Serna.

“Esa intervención – que no fue abierta, como la de Santo Domingo– dejó en el alma del médico argentino una huella que era como una herida siempre viva”, dice.

El también autor del libro Composición Dominicana asegura que desde que salió Bolivia jamás tuvo conocimiento del alergista argentino.

“No volví a verlo más, pero tan pronto oí su nombre a principios de 1957, cuando ya él estaba en la Sierra Maestra, recordé a aquel joven médico argentino. Lo recordaba con toda nitidez. Recordaba no solo su presencia física sino hasta su voz. ¿Por qué? No podría decirlo. Tal vez me impresionado aquel tono de fijeza, y de cierta ansiedad que veía en sus ojos, en su tipo peculiar de mirada; una ansiedad como de quien necesita ser y no halla la manera de realizarse; la de alguien que está seguro de que tiene un destino y no sabe cómo cumplirlo”, narra Bosch Gaviño.

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