Escribe
doctor Julio Altagracia*
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Sin dudas que la situación lamentable que se ha generado a lo interno del Seguro Nacional de Salud (SENASA) ha conmocionado a la población dominicana, a partir de conocerse las informaciones que han surgido a través del Ministerio Público de la República, y el uso que le han dado los medios de prensa tradicionales, las redes sociales y la oposición política del país, al tratarse de una realidad trascendente que implica a una institución del Estado, muy sensible, por la magnitud de la misma y por salir de las entrañas mismas del gobierno de Luis Abinader.
Este hecho ha impactado y consternado sensiblemente a la
sociedad por la magnitud del mismo y porque afecta al segmento más vulnerable
de la comunidad nacional, mismo que ha sido utilizado por la oposición y
sectores interesados, como un arma mortal no solo contra el gobierno, sino de
manera particular contra el Presidente de la República Dominicana con la
intención de equipararlo con los mega actos de corrupción que cursan en los
tribunales de la República, atribuidos a los principales líderes oposicionistas,
y pretender desmeritar, desprestigiar y dañar la carrera política y el legado
histórico de honestidad y transparencia que marca las ejecuciones del presidente
Abinader.
Sin embargo, este hecho muy lamentable, que hiere y lacera
a amigos, adversarios y la conciencia del país, ha servido para advertir con
absoluta claridad la diferencia abismal entre una conducta y otras en la
administración de los recursos del pueblo, en la determinación, firmeza y
responsabilidad para enfrentarlos, y el enfrentamiento con drasticidad a la
corrupción, no permitiendo tolerancia, sin importar quién sea ni los
sentimientos que pudieran existir.
El presidente Abinader nunca ha prometido, ni garantizado
que en su gobierno no habría actos de corrupción. El presidente Abinader ha
prometido, ha garantizado y ha cumplido en que en su gobierno la corrupción
sería enfrentada al precio que fuera y que habría cero tolerancia de su parte,
con los que se equivocaran y cayeran en esa debilidad. Justamente lo que está
haciendo, con lo cual establece una marcada diferencia con las actuaciones de
los que le precedieron en la Presidencia de la República.
Basta con observar que el liderazgo de la oposición, incluso los que quieren volver son los grandes defensores de los acusados de escandalosos y vergonzosos actos de corrupción que si no fueron apadrinados, por lo menos tolerados abiertamente durante sus periodos de gobierno, y que ahora lo defienden de tal manera que se dan casos que en vez de ser censurados, lo defienden a diestra y siniestra sin tomar en cuenta que la mayoría de ellos han admitido públicamente su culpabilidad dolosa y han devuelto al Estado Dominicano sumas importantes de dineros y bienes que sustrajeron indebidamente.
La situación penosa, dolorosa y desconcertante que ha
generado los actos investigados y expuestos por las autoridades del gobierno,
han servido, entre otras cosas, para que la sociedad dominicana valore y
establezca positivamente la gran
diferencia en la conducta, en el estilo y la forma de gobernar, entre el presidente
Luis Abinader y los otros, y para que los funcionarios de la presente
administración asuman conciencia de que en este gobierno el que meta las manos
asumirá consecuencias sin importar la cercanía que exista con el Jefe del
Estado.
La situación que afecta al Servicio Nacional de Salud
(SENASA) y al país, en estos momentos, es una de esas cosas que uno desearía
que nunca pasaran y mucho menos alegrarse y utilizarla oportunamente como
campaña populista un tanto irresponsable cuando lo correcto debe ser
censurarlo, rechazarlo y criticarlo con responsabilidad y objetividad, sin
pretensiones de buscar culpables preferidos, porque el país desea y
necesita otras cosas y una de ellas es
asumir conciencia de que el destino de la nación está en buenas manos, que
tenemos un presidente excepcionalmente serio, honesto, transparente, eficiente
y responsable, que en estos momentos somos la excepción en mejoras en todo
nuestro entorno y más allá por lo que debemos valorar esas cosas y ser
cuidadosos y prudentes para evitar caer en el vacío en el que se desenvuelven
muchos de nuestros vecinos y algo más allá.
La sensatez nos obliga a reconocer que nuestro país avanza,
y que estamos en buenas manos, si comparamos los resultados en el manejo de la
presente administración con las próximas anteriores, donde encontraremos que la
diferencia es enorme entre el presidente Abinader y los que estuvieron antes
que él, razón ésta por lo que el Jefe del Estado se ha colocado y se mantiene
como una referencia nacional e internacional y como el activo político más
importante, admirado y respetado en la República Dominicana y la región, no
obstante la aviesa e inmerecida campañas de denuesto al que ha sido sometido
por una oposición que carente de propuestas, desmoralizadas y resentidas
entiende que su única oportunidad está en la destrucción moral del líder del
Partido Revolucionario Moderno, y Presidente de la República, por lo que
concluimos admitiendo que lo de SENASA es muy grave, pero el oportunismo y la
irresponsabilidad de la oposición, pudiera ser mucho mayor.
(El
autor es abogado y reside en el Distrito Nacional)

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