Común entre
los médicos.
Diciembre 19, 1999, había activado en la mañana mi primer celular para estar completamente comunicado y poder desplazarme libremente durante mis semanas disponibles en el Hospital Militar Docente Universitario "Dr. Ramón de Lara" de San Isidro.
Tuve de inmediato
que suministrar el número a la dirección de personal de mi centro de trabajo,
habiendo recibido una primera llamada de mi esposa para probar el equipo.
En la noche,
suena mi dispositivo y es exactamente el encargado de la dirección de personal
del Hospital Militar Docente Universitario "Dr. Ramón de Lara" que me
llama con el mandato de presentarme al centro de salud el día siguiente
(Diciembre 20, 1999 ) con ropa suficiente para viajar a una misión en
Venezuela, orden emanada de la superioridad.
¡¡Qué
tristeza!!
Tener que
dejar mi familia abandonada para cumplir
compromisos militares; mi hija más pequeña apenas tenía 3 años de edad.
Dicen en
Duvergé:
"La
necesidad tiene cara de hereje".
Tuve que
enrolarme en la misión.
Fuimos
seleccionados tres oficiales médicos de la antigua Fuerza Aérea Dominicana (F.
A. D.), para realizar el viaje, en conjunto con un grupo de médicos civiles que
nos reunieron en la antigua Secretaria de Estado de Salud Pública y Asistencia
Social (SESPAS).
Total:
10 médicos y
una licenciada en enfermería.
Salimos de
la Secretaría de Estado de Salud Pública aproximadamente a las 2: 00 p. m.,
rumbo al Aeropuerto Internacional de las Américas en un autobús, y por mala
coordinación el avión sale rumbo a Venezuela aproximadamente a las 8: 00 p. m.
La Aeronave:
De
fabricación rusa con matrícula cubana, con múltiples horas de vuelos y pocos
chequeos.
El
sobrecargo era un caballero de más de 80 años, que al repartir algunos
alimentos y notar que estábamos asustados (era la primera vez que abordaba una
aeronave), nos dice que venía de Cuba en
un avión que se estrelló en la Loma Isabel de Torres, pero por suerte él se había
quedado en el Aeropuerto Internacional de las Américas.
¡¡Qué
consuelo!!
Despega el
avión aproximadamente a las 8: 00 p. m. rumbo a Venezuela, y se tomó más de dos
horas en llegar al país suramericano. (iba muy lento).
Dije en voz
alta antes de abordar:
Necesito
beber de manera urgente al llegar a Venezuela, para evitar sufrir de un
infarto.
Mis colegas
y la licenciada en enfermería me miraron de forma "despectiva".
No sentí
vergüenza por el susto que llevaba en mi interior.
Cuando
llegamos al aeropuerto de Maiquetía estaba lloviendo, no había luz por el
fenómeno natural que había azotado esa nación. El avión aterriza teniendo como guía
un farol colocado encima de un camión.
¡¡Que
peligro con esa oscuridad!!
Ya
instalados en el hotel en Caracas, soy convocado a una reunión con el personal.
De inicio:
Aparecieron
tres litros de White Label de 1000 cc. cada uno.
Sodas y una
suculenta "picadera" para alargar la "beba".
Conclusión:
Los colegas,
probablemente estaban más deseosos de "empinar el codo" que el
suscrito.
La
hipocresía...
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