Muchísimas secuelas nos ha dejado la pandemia, y aún se
desconoce cuándo se detendrá esta situación.
Felipe Mora
Pese a los serios esfuerzos desplegados
por las autoridades a lo largo de los últimos 15 meses para combatir la
pandemia del coronavirus, pareciera que hay mucha gente que no quiere ver el
fin de este terrible mal en nuestro país.
Millones de dosis de vacunas se han
aplicado y siguen siendo aplicadas, medidas de control sanitario y se han impuesto
rigurosos toques de queda, prolongados en el tiempo. Pero no pocos desafían las
medidas de control y parecieran esperar que un milagro logre salvarnos del COVID-19,
y por ello no quieren cumplir las restricciones, aunque tienen como objetivo el
bien colectivo.
En un tiempo transcurrido de 15 meses,
desde que en este país se detectó el primer caso de COVID-19, la población
dominicana ha pasado por momentos desgarradores, de desesperación e impotencia,
con incontables horas de insomnio y de vigilia vividas en los frentes de
hospitales y clínicas por parientes de ingresados en camas UCI en procura de
enterarse de su situación, debido a que por la condición de éstos no pueden ni
acercárseles.
A todo esto se agrega que el personal
médico y de enfermería de esos centros asistenciales se desenvuelven en faenas
extraordinarias por salvar vidas, y que en muchos casos, cuando retornan a sus
hogares también se muestran temerosos hasta de acercarse a sus parientes. En
esto hay que agregar la cuota de médicos y enfermeras que han pagado con sus
vidas ante la enfermedad, y los que han sobrevivido a esta para contarlo.
A estas alturas, ya pasan de 3,700 las
personas fallecidas en todo el país desde marzo de 2020 hasta estos días.
A todo esto se agrega una reducción
frenética de los volúmenes en el comportamiento del turismo, colapso de
establecimientos comerciales, incremento del desempleo, personal de más de 60
años que fue despachado a su casa para que labore en forma virtual.
También, inflación galopante en el
comercio, un año escolar que se ha desenvuelto con serios contratiempos, reducción
en la dinámica de los sistemas de transporte. Y algo muy importante, la enorme
sangría en que ha tenido que incurrir el Estado dominicano para hacer frente a
la pandemia.
Como se ve, el COVID-19 nos ha dejado todo
un ensarte de secuelas y complicaciones
en nuestro modo muy particular de conducirnos. Y por los malos
comportamientos entre grupos de personas, todo indica que el letal virus nos
acompañará por largo rato.
Al 9 de junio de este año, la Dirección
General de Compras y Contrataciones Públicas tenía registrados 726 contratos
activos vinculados al estado de emergencia que vive el país por un monto de
RD$8,860 millones, según una publicación del Listín Diario fechada este domingo
13 de junio.
Además, hasta esa fecha existían 384
contratos pendientes por RD$791 millones; 1,106 contratos terminados que
implicaban RD$ 6,571 millones; y 426 que habían sido cancelados por un valor de
RD$ 9,267 millones.
Terrible drama familiar
Desde que fue detectado el primer caso
del coronavirus en el territorio nacional, en marzo de 2020, y en todo el trayecto
de tiempo transcurrido, ríos de lágrimas han llorado miles de familias, y con
el terrible drama de estas no poder dar un último adiós digno a sus seres
queridos que han fallecido por esta causa.
No pocos suelen estar preparados para
recibir la peor noticia dada por un despreocupado empleado o una enfermera: que
su pariente tuvo una recaída y falleció.
Hasta el 31 de marzo de 2020, según el
boletín número 13 del Ministerio de Salud Pública, se habían reportado 1,284
casos confirmados del virus, con 175 nuevos casos, y 147 en aislamiento
hospitalario, y 57 fallecidos, con una tasa de letalidad de 4 % por cada cien
mil habitantes.
El 21 de
julio del 20, casi cuatro meses después de detectarse el primer caso del virus
en RD, Salud Pública reportó que por cada cien mil habitantes la tasa de
letalidad era de 9.56, para entonces con un acumulado de 999 muertes.
Dos
meses y medio después, el 4 de octubre, la tasa de letalidad había descendido a1.86
por ciento. Para entonces, la tasa de positividad diaria seguía a la baja, y se
ubicaba en 12.71 %. Había 114, 480 casos acumulados, de los que estaban activos
21, 980.
Casi
un año después de que se detectara el primer caso de COVID, el 18 de marzo de
2021, a través del boletín número 364, Salud Pública reportó que la tasa de
positividad de las últimas cuatro semanas se situaba en 11.05 %, y la diaria en
15.18 %, mientras que la tasa de letalidad era de 1.31 %. El total de
fallecimientos por COVID-19 sumaba 3,257.
Restricciones para visitar y no recibir
visitas, para acudir a establecimientos comerciales, para desplazarse a
determinadas horas del día y la noche en plena libertad, las universidades,
escuelas y colegios con clases virtuales han provocado cúmulos de ansiedades
entre los distintos segmentos de población, entiéndase adultos mayores,
adultos, jóvenes y niños.
Y lo peor de todo es que, con todo y el
enorme esfuerzo desplegado por las autoridades para que toda la población acuda
a vacunarse, aún no se sabe cuándo saldremos de esta situación.
*El autor es periodista y reside en Santo Domingo.
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