Roberto Valenzuela*
Con frecuencia en
República Dominicana se acude al desagradable debate de enlodar (regatear
méritos, descalificar a uno de ellos) a la elección de los tres padres de la
Patria: Duarte, Sánchez y Mella.
No hace mucho que la
opinión pública se trastornó cuando el comentarista de radio don Álvarito
Arvelo dijo que Duarte era un “charlatán, cobarde, depresivo, homosexual” y que
el verdadero padre de la Patria es Gregorio Luperón. Razonaba que Luperón,
héroe de la Guerra de la Restauración, tenía más méritos que Duarte.
La polémica comenzó
desde que se estaba debatiendo el tema en 1893, durante el gobierno de Lilís,
cuando se aprobó la Ley que instituye a la triada como padres de la Patria.
Ante los virulentos
ataques descalificando a uno y resaltando a otro, el presidente Lilís respondió
con una de sus salidas características: “no me muevan el altar porque se me
caen los santos”. Él quiso, tal vez, decir con esto que cada uno tenía sus
virtudes y defectos.
El historiador
Roberto Cassá, cuando se le preguntó sobre ese viejo debate, explicó que la
idea de tres y no uno fue para cerrarle el paso al general Pedro Santana, ya
que sus fieles seguidores entendían que debía ser el único e indiscutido padre
de la Patria. Se referían a sus aportes como guerrero independentista.
Cassá explica que el
cuestionamiento a Duarte es porque permaneció mucho tiempo fuera del país, casi
20 años, mientras sus compañeros luchaban contra los haitianos o sufrían
persecuciones internas.
Explica que Sánchez
es el más cabal y Mella es un gran guerrero; pero que ambos en un determinado
momento dudaron del proyecto independentista. Uno (Sánchez) favorecía el
protectorado de Francia y Mella la anexión a España. Pero al final
recapacitaron y murieron luchando por la independencia. Sánchez inició la
Guerra de la Restauración, pero murió en el Cercado. Mella fue vicepresidente del gobierno
restaurador de Santiago y elaboró el manual de guerra de guerrillas con lo que
los dominicanos derrotaron a los españoles.
Duarte, en cambio,
nunca dudó (fue tozudo) de su proyecto independentista. Por esta razón debió
ser el único padre de la Patria. Pero, si son tres padres de la Patria, estos
se complementan. Y se evitó que fuese Santana el único padre de la Patria, un
sector importante de la opinión pública lo apoyaba a rajatablas.
Se le debe poner fin
a ese debate, que en nada aporta al país que idolatra a los tres paladines
independentistas. Se deben evitar las ofensas, sus descendientes y todo el país
se siente triste y agraviado.
Hoy, 27 de febrero,
Día de la Independencia, surgen las preguntas:
¿En qué beneficia al
país regatear méritos a los padres fundadores de la República?
¿Merecía Santana ser
el único padre de la Patria?
¿Por qué los
ministerios de Educación y Cultura no enseñan a los estudiantes esos detalles?
*El autor es periodista. Actualmente es el vocero de la Dirección General de Tránsito Terrestre y Transporte. Reside en Santo Domingo.
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