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Cerca de Duarte con París: Operan centros enseñan jóvenes robar celulares

Esquina avenida Duarte con calle París, en el sector de Villa Francisca, en el Distrito Nacional.

Reportaje Especial

FREDDY MEDRANO

Editor en jefe                                                                  

SANTO DOMINGO, República Dominicana. - La delincuencia en el Distrito Nacional, con una población de más de 2 millones de habitantes, rompió todos los parámetros. En los alrededores del emblemático punto de la avenida Duarte y la calle París funcionan centros de entrenamientos para enseñar a jóvenes como atracar para robar dinero, celulares y otras pertenencias de indefensos ciudadanos que transitan a cualquier hora del día para esa zona.

La experiencia vivida por OB, así llamaremos a la víctima, para protegerla de cualquier tipo de represalia de los delincuentes, serviría de guion para una película de suspenso.

OB llegó desde el municipio de Baitoa, en la provincia de Santiago, y su punto de abordaje para llegar a su residencia era la intersección de la avenida Duarte con París.

-Doña deme algo-dijo un aparente inofensivo pedigüeño.

OB portaba una pequeña bolsa donde traía sus pertenencias desde de la folclórica localidad de la provincia cibaeña.

-¡Hey, hey doña le están abriendo el bolso!-alertó un vendedor de maíz.

¡Ay mi madre, me robaron el celular! -gritó OB.

Inmediatamente la víctima siguió despavorida al ladrón, de aproximadamente de unos 19 años de edad.

El vendedor de maíz acompañó a OB en la desesperada carrera.


Esquina conformada por la avenida Duarte y la calle París.


Al llegar a una especie de laberinto, conformado por edificios y desvencijadas casas de madera, entre las calles Manuela Diez, Eusebio Manzueta, Teniente Amado García Guerrero y Caracas, entre otras, la señora OB se encontró con una tétrica sorpresa: un cuartel de delincuentes, cuyo jefe portaba un garrote en sus manos.

En una especie de centro de entrenamiento para atracar, estaban sentados al menos 13 jóvenes de ambos sexos, cuyas edades de sus integrantes no llegaban a 30 años.

-Doña sabemos lo que busca-dijo un apacible profesor, mientras portaba un pulido garrote en sus manos.

-Mírelos bien, fíjese cuál de ellos fue que le robó el celular-ordenó

-Ninguno de ellos fue-aseguró OB.

Transcurrió un minuto de silencio propio de un alejado cementerio.

El ambiente era de expectativa máxima, mientras los mozalbetes alumnos se miraban sus rostros.

-Esto es lo que usted busca-interrumpió el profesor.

-Pero usted tiene que darnos algo de dinero, para que se pueda llevar su celular-aconsejó.

-Pero nada más tengo 300 pesos para pagar el pasaje para llegar a mi casa-suplicó OB.

A OB no le quedó otra alternativa que no fuera entregarle 200 pesos al ducho profesor en delitos.

-Pero a mí hay que darme lo mío-alborotó el vendedor de maíz.

-¡Coño, OB tú entraste por esos callejones, tú tienes que estar loca!-disparó su hermano MB, después de escuchar la narración de su hermana OB.


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