Roberto Valenzuela*
Fue Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien ordenó
mediante una Ley y reglas claras, que los ciudadanos se detuvieran cuando se
entonara el Himno Nacional.
Hubo personas que no se detenían cuando se entonaba el
Himno, hasta que los guardias trujillistas comenzaron a distribuir bofetadas
(GALLETÓN), pescozones entre las personas que no se paraban en atención.
Eso de los pescozones a los que no querían reverenciar el
Himno llegó a ocurrir en el Parque Colón.
Como las noticias vuelan, ya nadie cometía el insulto de menospreciar el
canto patrio durante la era de Trujillo, bautizado por sus discípulos como
“Padre de la Patria Nueva”.
Si la nación tiene un Himno que nos eriza los pelos y nos
despierta el patriotismo, se les debe agradecer a dos dictadores: Ulises
Heureaux (Lilís) y Trujillo.
La primera escenificación del Himno tiene que ver con
otro dictador: Pedro Santana. Y fue en el primer gobierno del nacionalista
Joaquín Balaguer, 1966, donde se completó la obra patriótica de llevar el Himno
Nacional a la Constitución, como ya estaban la Bandera y el Escudo.
“El Himno Nacional es la composición musical consagrada
por la Ley No. 700, de fecha 30 de mayo de 1934, y es invariable, único y
eterno”, según explica el historiador Juan Daniel Balcácer en un artículo
publicado en el Listín Diario. Citó el artículo 97 de la llamada “Constitución
de Balaguer”.
Cómo nace
En 1883 Lilís tuvo la iniciativa de que se compusiera un
himno, ya que era una desvergüenza que en las fechas patrias o actos oficiales
lo que se tocaba era la Marsellesa, el himno francés.
Entre todos los himnos que se compusieron, en un acto con
reputados jurados, ganó el de Emilio Prud’Homme y José Reyes.
El día que se estrenó en las calles de Santo Domingo, sus
promotores organizaron un recorrido. Lo iban distribuyendo en hojas sueltas,
para que los ciudadanos se lo aprendieran. La banda marchaba tocando el Himno y
un grupo de jóvenes desfilaron con el atuendo de los soldados que adiestró el
general Pedro Santana para expulsar a los haitianos y lograr la Independencia
Nacional.
Como era la madrugada del 27 de febrero de 1887, la banda
le tocó una serenata al héroe independentista Del Monte y Tejada (vivía frente
al Parque Colón). Tejada abrió la ventana de su casa y se puso a llorar y
decía: ¡Viva el 27 de febrero! ¡Viva la
República!
Llegaron a la casa del presidente Heureaux, ubicada en
Las Mercedes esquina Duarte. Le tocaron su serenata y la escenificación de los
soldados santanistas con sable, uniforme militar. Simbolizaban como, viajando
desde El Seibo, entraron desafiantes a Santo Domingo para ir a la manigua.
Lilís los invitó a su casa, les hizo un brindis de
champagne. Pronunció un discurso de alabanza al Himno. Refiriéndose a la
escenificación de los soldados santanistas, alabó la grandeza de Santana como
jefe militar independentista y lamentó que manchara su gloria con la anexión a
España.
Heureaux llamó a
uno de los jóvenes y le regaló un trabuco; diciéndole: “tenga para que ande con
uno de verdad”.
Por las buenas impresiones que causó el Himno de
Prud’Homme y Reyes, el Congreso lo aprobó.
¡Ah sorpresa! Heureaux no
promulgó la Ley. Pero el pueblo sabio y
patriótico, lo acogió como suyo y en actos oficiales lo tocaba. Hasta que Trujillo ordenó que se aprobara
mediante Ley.
Fuentes consultadas:
De Camps, M., (2010). Para comprender mejor el Himno
Nacional Dominicano. Editora Manatí,
Santo Domingo, República Dominicana.
Balcácer J.D., (2017). Algo más sobre el Himno
Nacional. Listín Diario. Obtenido en https://listindiario.com/puntos-de-vista/2017/09/13/482206/algo-mas-sobre-el-himno-nacional.
*El autor es periodista. Actualmente se desempeña como director de Relaciones Públicas de la Dirección General de Tránsito y Seguridad del Transporte.
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